Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 13 de septiembre de 2012

Héroes incómodos


Ha pasado casi un mes desde la última vez. Escribir todas las semanas agota. Descansar es necesario... y también una tentación de comodidad.

En este tiempo han pasado, han llegado hasta mis oídos, cientos de historias, de pequeños detalles, de desapercibidas heroicidades. Ya tendremos tiempo de ir desgranando algunas de ellas. Otras, me las guardaré en el corazón.

Muchas son las cosas de las que valdría la pena hablarles en primer lugar. Del valor de un anciano Papa que mañana inicia un complicado viaje por el Líbano. De no pocas comunidades cristianas y musulmanas que, en aquel país, se unieron anoche para rezar por Benedicto XVI, por el diálogo, la paz y la convivencia que, desde hace décadas, les ha sido hurtada a los libaneses. Del inconformismo del cardenal Carlo María Martini, que falleció hace unos días...

Porque lo del Papa tiene mérito. Arriesga su vida. En un país —el único en Oriente Medio— que fue y al que no dejan ser cristiano, la voz de Benedicto XVI no deja de ser incómoda. No para los hombres y mujeres de buena voluntad, pero sí para los demás. Sí para líderes políticos y religiosos. Sí para naciones vecinas. Sí para las potencias extranjeras que dejaron —y a veces hasta fueron causa— del continuo desgarramiento de la que un día fue conocida como la “perla del Mediterráneo”.

Y en ese mismo contexto geográfico y social lo de los fieles cristianos y musulmanes unidos en una vigilia de oración para que la visita del Papa traiga la paz a su pueblo, también resulta incómodo. No sólo por causa de religión, pero demasiadas personas en este planeta son incapaces de trabajar codo con codo con quien no piensa y siente como ellos por el bien común. Incómoda una vigilia donde nadie señala al otro como infiel. Incómoda para los que niegan a Dios. Incómoda para los que quieren imponer el suyo.

Como incómoda fue también la voz de Carlo María Martini, cardenal, príncipe de la Iglesia, eterno “papable”. Tras su fallecimiento muchos han escrito para intentar aprovecharse de su figura. Otros, para menospreciar el valor de su pensamiento. En realidad, no creo que ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI se hayan sentido víctimas alguna vez de los “ataques” del cardenal Martini. Ni tampoco creo que fuera nunca infiel a Cristo y su Iglesia. Y sin embargo fue una persona incómoda porque nunca abandonó la autocrítica. O mejor, el constante y permanente examen de conciencia. Una incomodidad que para nosotros, cristianos, Iglesia, es necesaria. Básica.

Benedicto XVI resulta incómodo al señalar que sólo Dios puede traer la paz a los hombres. Cristianos y musulmanes orando juntos resultan incómodos demostrando que todos somos hijos de un mismo Dios, hermanos. Carlo María Martini resultaba incómodo recordándonos que todos —Iglesia incluida— no debemos dar nada por sentado, que debemos vivir en escrutinio constante, que debemos contemplar nuestra vida una y otra vez a la luz de Cristo, del Evangelio.

Incómodos. Por eso, héroes. Héroes incómodos...

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