Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 27 de septiembre de 2012

Colgados de Dios


Me cuenta Don Víctor —citándole así algunos ya saben de quién se trata— que poca gente de Iglesia conoce a fondo la labor que realiza el Cottolengo del Padre Alegre y la congregación de las Hermanas Servidoras de Jesús en su pueblo, Palma de Gandía. Incluso ese desconocimiento alcanza a muchos vecinos del mismo municipio. Y si lo dice Don Víctor, probablemente tenga mucha razón.

Desde dentro de la Iglesia somos muy conscientes —desde fuera se subestima o no se quiere reconocer— de la gran labor que se desarrolla en nombre de Dios. Sin embargo, nuestro conocimiento no pasa, en demasiadas ocasiones, de simples vaguedades y datos generales. Creo que de esto, precisamente, es de lo que me hablaba Don Víctor esta misma mañana.

Muy pocos saben de verdad lo que es el Cottolengo del Padre Alegre, aunque quizá hayan oído hablar de él.

Se trata de una institución que ampara y acoge a enfermos incurables y pobres. Una institución en la que desarrollan su labor evangelizadora —asistiendo al cuerpo y al espíritu del enfermo, como debe ser— las religiosas que les mencionaba en el primer párrafo. Una institución donde se vive la alegría de ser y sentirse amado por Dios, pese al dolor y la enfermedad. Una institución, en definitiva, que aspira a vivir de la Divina Providencia, sin subvenciones, sin pedir ni aceptar nada que sea fruto de petición...

No es fácil encontrar números, porque no “sacan pecho” por su trabajo, pero sé por una buena persona y de confianza que casi setenta enfermos sin recursos viven en la casa del Cottolengo en Palma de Gandía gracias a la caridad, la limosna y el amor de Dios...

jueves, 20 de septiembre de 2012

Te presto mi voz

Hace casi un año, cuando el dinero público llevaba ya un tiempo escaseando, les hablé de ello. Hoy vuelvo a hacerlo.

Hace escasamente una semana el padre Aparicio vino a verme. En realidad, no directamente. Había venido a explicarle al Sr. Arzobispo su última iniciativa para intentar salvar las residencias y los centros de ASPADIS, que se dedican a la atención de disminuidos psíquicos profundos.

Se trata de una pulsera azul y de un donativo de un euro por cada una de ellas. Le han hecho cincuenta mil. Seguro que si miras un poco con atención, en pocos días, encontrarás la forma de hacerte con una de ellas, de ser voz de los sin voz...

¿Y dónde está la heroicidad? Probablemente en la perseverancia de un hombre dispuesto a remover cielo y tierra por una buena causa. O en la de aquéllos que le han fabricado las pulseras sin coste alguno. O quizá en la imprenta que le ha impreso los carteles, gratis también. Y, por supuesto, en todos aquéllos que han hecho su donativo y llevan una de estas pulseras en la muñeca.

No se corten. Hay muchas causas con la que está cayendo..., pero la de estos pequeños es una voz que no se levantará, que no se escuchará, si no les prestamos nuestras gargantas.


jueves, 13 de septiembre de 2012

Héroes incómodos


Ha pasado casi un mes desde la última vez. Escribir todas las semanas agota. Descansar es necesario... y también una tentación de comodidad.

En este tiempo han pasado, han llegado hasta mis oídos, cientos de historias, de pequeños detalles, de desapercibidas heroicidades. Ya tendremos tiempo de ir desgranando algunas de ellas. Otras, me las guardaré en el corazón.

Muchas son las cosas de las que valdría la pena hablarles en primer lugar. Del valor de un anciano Papa que mañana inicia un complicado viaje por el Líbano. De no pocas comunidades cristianas y musulmanas que, en aquel país, se unieron anoche para rezar por Benedicto XVI, por el diálogo, la paz y la convivencia que, desde hace décadas, les ha sido hurtada a los libaneses. Del inconformismo del cardenal Carlo María Martini, que falleció hace unos días...