Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 29 de diciembre de 2011

Héroes y bienaventurados (6)


“Bienaventurados los limpios de corazón, 
porque ellos verán a Dios”

Es difícil no mancharse, porque en torno tuyo todo deja huella. Es difícil. Hay que ser mucho más que un héroe para andar sobre barro sin ensuciarse los pies. Hay que ser, incluso, más que santo.

Lo suyo es intentar mancharse lo menos posible, pero lo más importante para mantenerse limpio es lavarse. Por eso, bienaventurados los que se dejan limpiar por Dios, porque ellos podrán albergarle en su corazón. No hay pecado que Él no pueda y quiera limpiar.

Bienaventurados los que piden perdón, porque ellos serán perdonados. No se puede aspirar al perdón si no se reconocen los errores cometidos. No se puede pedir perdón sin reparación.

Bienaventurado el que escoge el encuentro y la reconciliación, el que pone su vista en lo trascendente, el que apuesta por su felicidad completa en otra parte, el que elige negarse a sí mismo para encontrar a Dios. No es un héroe aquél que hace lo único posible, sino el que teniendo distintas posibilidades opta por la heroicidad. Y lo heroico hoy, en este tiempo y lugar, es la pureza de alma y corazón.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Héroes y bienaventurados (5)


“Bienaventurados los misericordiosos, 
porque ellos alcanzarán misericordia”

Misericordia. Inclinación a sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda. No se trata solo de sentir. No se trata sólo de compadecerse, de reconocer el sufrimiento ajeno, de hacerse solidario en él. La segunda parte es significativa: ofrecer ayuda...

Por todo ello, bienaventurados los que son capaces de amar en toda circunstancia, porque amar es el único alimento sin fecha de caducidad. Bienaventurados los que tratan con cariño al otro, porque las formas también importan. Bienaventurado el que escoge la amabilidad, el que respeta al pecador, pero no al pecado, el que no consiente, sino que encauza con y por amor, el que se siente amado y obligado al amor.

Sentir compasión es fácil. Incluso imposible de evitar. El misericordioso es el que no se queda parado y con los brazos cruzados. El que toma decisiones para paliar el sufrimiento. El que se compromete a ello con toda su alma y todo su ser. El que no renuncia a soñar y trabajar duro al despertar. Ésos son los héroes.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Héroes y bienaventurados (4)


“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados”

Efectivamente, bienaventurados los que son víctimas de la injusticia humana, porque la justicia de Dios nada tiene que ver con ella. Y bienaventurado quien así lo entiende cuando es víctima, porque en esos momentos lo más fácil es la maledicencia.

Bienaventurados los que reconocen la injusticia en las carnes de otro, porque es el primer paso para trabajar por cambiar las cosas. Y los que no sólo se quedan en la denuncia, sino que actúan en consecuencia. El que no se contenta con reclamar que el mundo cambie, que otros hagan, sino que él mismo cambia y hace.

Bienaventurado el que tiene sed de Dios, el que ansía y anhela su reino aquí en la tierra, el que decide no permanecer impasible ante un mundo sin Dios, el que opta por ser su reflejo en este mundo.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Héroes y bienaventurados (3)


“Bienaventurados los mansos, 
porque ellos recibirán la tierra por heredad”

No es fácil ser manso y aceptar la voluntad de Dios sin un mal gesto, sin una queja, sin un atisbo de desgana. Quizá porque no es fácil discernir qué es y qué no es voluntad de Dios. O porque no nos interesa que sea fácil. En el fondo, la mansedumbre es una cuestión de actitud ante lo que te sucede en esta vida.

Por eso, la bienaventuranza puede referirse, perfectamente, a los esclavizados del mundo, porque Dios puede liberarles. A aquéllos que se sienten oprimidos, marginados, discriminados, ausentes y viven tales situaciones como un ofrecimiento al Señor.

Resulta difícil no rebelarse ante la injusticia... Y probablemente Dios no quiere que quedemos pasivos ante la misma, sobre todo cuando atañe a los demás. Pero una cosa es luchar por la justicia en el mundo, y otra la actitud con que se hace, sobre todo cuando hablamos de injusticias que sufrimos en nuestras propias carnes...

jueves, 1 de diciembre de 2011

Héroes y bienaventurados (2)


“Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados”

Parece difícil de conciliar. asociamos el llanto a la tristeza, a la pérdida, al dolor. ¿Cómo puede darnos eso la felicidad? Quizá porque bienaventurados son los que sienten el vacío en su interior, ya que Dios puede y quiere llenarlo.

Ése es el gran problema de muchas personas. Sienten el vacío, pero intentan llenarlo de cosas, objetos, ideas, personas, ... sin darse cuenta de que a la única persona que necesitan y puede llenar sus vidas es Dios.

Hay que ser muy valiente para decirlo. Y para asumirlo.