Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 26 de mayo de 2011

Invisibles


No se suelen dejar ver, pero existen. Probablemente, usted no conoce a ninguna de esas personas, ni las toma en cuenta, ni piensa en ellas. Pero ellas están ahí y, al contrario, sí piensan en usted. Sí le toman en cuenta.

Tienen una vida invisible, pero eficaz. Porque para ser no hace falta ser visto. Porque para hacer no hace falta ser visible, hacer ruido. Porque para servir, se puede pasar desapercibido.

Esas personas permanecen así, invisibles. Y no porque tengan algo que ocultar. Tampoco le tienen miedo al aire o al sol. Es cuestión de humildad y dedicación. Estas personas han optado por una forma de vida distinta.

Se levantan antes que la luz del sol. Sobreviven a duras penas de lo que ellas mismas producen con el sudor de sus frentes y de las “migajas de caridad” que otros comparten con ellas. El resto del tiempo, lo dedican a los demás.

jueves, 19 de mayo de 2011

Objeción de conciencia


Leí su historia hace unos meses. No importan los nombres, ni los lugares...

Padre de familia en paro, electricista de profesión, y católicos de convicción en un país donde no son mayoría, pero donde no peligra la libertad religiosa y de culto. El hombre recibe una propuesta de trabajo. Algo puntual, pero importante: hacerse cargo de la instalación eléctrica de todo un edificio de servicios de nueva construcción.

De inmediato, el cuento de la lechera: ingresos fuertes durante un año, saldar deudas, algún ahorrillo. La situación todavía no es asfixiante, pero no tardará en serlo. Es una buena oportunidad. Pero hay un problema: la obra. Se trata de una clínica para practicar abortos. Legalmente, se entiende...

jueves, 12 de mayo de 2011

Nunca es suficiente


Se levanta con cuidado con el primer zumbido del despertador. A hurtadillas. En silencio. Casi como un ladrón.

Con la luz apagada, se dirige al baño. Después se viste, se prepara el desayuno (o ni siquiera eso, depende de la hora). Coge las llaves, se pone el abrigo y salta al crudo invierno (o al tórrido verano, es sólo cuestión de tiempo).

Dicen que hasta las seis de la mañana no ponen las calles ni las aceras. Él sabe que no es verdad. O ella. Este caso no es cuestión de sexos.

Es un horario duro. Un turno inhumano. Cuando su familia todavía duerme, él o ella ya están despiertos y trabajando. Cuando ellos todavía están despiertos, él o ella ya duermen.

jueves, 5 de mayo de 2011

Ser testigo


Es un ritual. Apenas abre los ojos por la mañana lleva su mano al cuello en busca de la cadena. Y siguiéndola, llega a un anillo y a una cruz...

El anillo era de su marido. Hace unos años que falleció de una corta pero intensa enfermedad. Ese pequeño roce le hace sentir todavía su calor, su presencia. La cruz era de su madre, y antes había sido de su abuela.

De los dedos a los labios. Un beso para sus tres amores: su madre, su marido y Dios. El destino quiso que no tuvieran hijos. Por no haber, no hay ni sobrinos. Está sola, pero no se siente sola...

Asearse, vestirse, desayuno para uno y a la calle. Cuando llega al trabajo, siempre diez minutos antes de la hora, busca con un dedo en torno a su cuello la cadena y saca por encima de su ropa la cruz y el anillo.